Enajenación machetera

Debo de haberme vuelto loco mientras veía la película: acabo de terminar MACHETE y me ha parecido una obra maestra. En serio. Es tan inverosímil como cualquier otro libro de caballerías, de cualquier otra época, y está hecha del material con que se fabrican las leyendas: desmesura, propaganda, tergiversación, violencia. Solo que esta leyenda puede una persona decente suscribirla: el pueblo que se levanta contra los canallas; sin matices; las leyendas no admiten matices.
     Hay un momento seminal realmente grandioso. Cuando ya todo ha empezado a terminar y MV5BMTUwNzIwMDY0OF5BMl5BanBnXkFtZTcwMzM3Njg2Mw@@._V1._SY317_CR0,0,214,317_Machete se dirige a no se sabe dónde, le corta el camino la agente federal que interpreta Jessica Alba (con más clase de la que nunca le supuse, por cierto; la había visto en SIN CITY, pero no me había llamado la atención) y le ofrece una tarjeta de residencia en los Estados Unidos. «Con esta tarjeta podrás ser una persona real». A lo que Machete replica: «Para qué quiero ser una persona real: ya soy un mito».
     Puede que lo más rechazable de este país gigantesco y contradictorio, bueno para el futuro y malísimo a veces para el presente, sea su mitología: esa leyenda de pueblo elegido por Dios y protagonista definitivo de la Historia, que quizá solo pueda combatirse con más leyenda y muchos más mitos. Contra el heroísmo de El Álamo, por ejemplo, este sencillo eslogan, también expresado en la película: «Nosotros no hemos cruzado la frontera; la frontera nos cruzó a nosotros».

Tampoco quienes ahora expresan su indignación por todas partes están cruzando ningún límite; son los límites quienes están asfixiándonos a nosotros.

Dick no es palabra admisible

Hagan ustedes el favor de fijarse en cómo se llama Philip K. Dick, gran maestro de la ciencia ficción, en una lista de Kindle Books:

Philip K. ~censored~ - The divine invasion
Philip K. ~censored~ - Radio Free Albemuth
Philip K. ~censored~ - A Scanner Darkly
Philip K. ~censored~ - Do androids dream of electric sheep?
Philip K. ~censored~ - The man in the high castle
Philip K. ~censored~ - Minority Report.
Philip K. ~censored~ - The simulacra
Va a resultar que las máquinas son todavía más ñoñas que los humanos ñoños.

50 megas

Prosigamos la racha de leve despolitización.

El pasado 4 de mayo recibí una llamada de Telefónica en que se me comunicaba que podía pasar mi conexión ADSL de 6 megas a conexión de fibra óptica de 50 megas sin aumento de tarifa mensual ni coste alguno por mi parte (instalación gratis, nuevo router gratis). Dije que para luego era tarde, claro.
El 6 de mayo, cuarenta y ocho horas después de la llamada, vinieron a instalarme la fibra. Estuvieron horas. No consiguieron pasar el cable desde la arqueta exterior a la entrada de mi casa. Vino un inspector. Nada que hacer. Un disgusto. Resignación.
De todas maneras, como teníamos prevista una obra en el jardín delantero de casa, llamé a Telefónica y les pregunté si podía avisarles cuando estuvieran levantadas las baldosas que impedían el acceso a la zona en que se atascaba el cable.
El 24 de mayo empiezan las obras de remodelación del jardín delantero. El 26 acude un nuevo equipo a instalarme la fibra óptica. El técnico que se ocupa del asunto pasa casi dos días en casa, solucionando dificultades. El 27, a las cuatro de la tarde, queda instalada la conexión. Paso a 51 megas de bajada y 5 de subida.

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Hay varias preguntas que podríamos plantearnos ante ese «milagro» de generosidad empresarial. Según me contó el técnico, Telefónica puso tendidos de fibra óptica, sin contárselo a nadie, en determinadas zonas de España, mayormente en algunos barrios y localidades periféricas de Barcelona y Madrid. Luego esperó al momento oportuno. Ahora, llegado ese momento, está manifestando tal interés por pasarnos de ADSL a fibra óptica a los afortunados con su sorteo secreto, que incluso ofrece ayudas económicas para costear los gastos cuando hay que hacer obras (mi caso)… Evidentemente, solo puede tratarse de un intento de frenar a la competencia. En lo que a mí respecta, qué voy a decirles: allá se las apañen entre ellos, los proveedores. Yo, gozando de este privilegio de la suerte, surco los procelosos océanos interneteros a una velocidad de pesadilla (adivinen para quiénes, la pesadilla).

Astrid Bergès-Frisbey

Un asuntillo baladí, para despolitizarnos un poquito.

No sé quién es David Bernal, firmante de una nota sobre la joven actriz Astrid Bergès-Frisbey en el MV5BMTc0MTU3MzQ3N15BMl5BanBnXkFtZTcwNjI3NzUzMw@@._V1._SY314_CR102,0,214,314_número de ayer de  ON/MADRID, «La Guía de El País para conectarte» que uno, en su calidad de desconectado irredimible ya, suele consultar con atención todos los viernes, a ver qué nos estamos perdiendo. El tal David dice en un momento determinado de la tal actriz: …«su angelical belleza y un halo de misterioso exotismo, que puede tener su origen en su promiscua identidad: su padre es español y su madre franco-estadounidense».

Promiscuo: 1. adj. Mezclado confusa o indiferentemente. 2. adj. Que tiene dos sentidos o se puede usar igualmente de un modo o de otro, por ser ambos equivalentes. 3. adj. Se dice de la persona que mantiene relaciones sexuales con otras varias, así como de su comportamiento, modo de vida, etc. (DRAE) (Pésimas definiciones, por cierto, sobre todo en 3.)

Lo malo no está en que David Bernal haya utilizado una palabra que en modo alguno significa lo que él cree; lo malo es que no se lo haya corregido nadie, que el texto se haya publicado sin que a ningún redactor jefe se le movieran las tripas ante el disparate. Esto, en un periódico que presume de calidad, rigor, alta tensión cultural, etcétera. Lasciate ogni speranza.

Refundación o primarias o cambio total

¿Congreso de refundación del partido? ¿Primarias? Quién sabe. Me temo que al final prevalecerá el sálvese quien pueda, cuando vayan acercándose las elecciones (están a menos de un año) y las encuestas se pongan a demostrar, con la tozudez que las caracteriza, la imposibilidad no ya de que el PSOE siga gobernando, sino de que pierda con algún decoro. Les espera, a la oficialidad y a la infantería del partido, un mínimo de ocho años alejados del poder. Es muchísimo. Miles de sinecuras y canonjías que se verán obligados a devolver, para que las disfruten los peperos. Vacas flacas para todos, quizá hasta 2020. Glamurosos personajones encerrados en despachitos de tres al cuarto. Será comprensible que cada uno mire por sí mismo y que todos se desentiendan de las grandes cuestiones.
     Porque la gran cuestión, aquí, no me parece a mí que sea quién va a dar la cara por el PSOE en las próximas elecciones, sino qué van a ser la izquierda en general y el partido en particular en los años venideros. Si nos situamos en un punto de vista exclusivamente económico (el que más importa a la mayoría, en este momento, sin duda), casi podríamos afirmar que da lo mismo quién gobierne: nuestro destino, en ese campo, está regido por la internacional neoconservadora, que nos tiene cogidos por las criadillas; AHORA, no hay nada que hacer: tenemos una deuda que solo podemos pagar contrayendo más deuda, y para que nos permitan contraer más deuda sin confiscarnos el país (como han hecho con Grecia, Irlanda y Portugal) estamos obligados a obedecer rigurosamente las instrucciones de los economistas neoliberales, es decir de los locos del capitalismo.
     No hay alternativa, como bien acaban de demostrarnos los islandeses: queda muy lindo que el pueblo decida, en referendo, no pagar las deudas… siempre que a continuación el gobierno anuncie que no, que no, que era una broma, que por supuesto que van a seguir pagando lo que haga falta. No hay alternativa, repito. El sistema económico mundial, en este momento, está pensado para que la canalla financiera y las corporaciones inhumanas controlen toda la riqueza.
     Evidentemente, es un sistema que la izquierda no puede aceptar, porque va en contra de su esencia, de su razón de ser (que es la mejora y protección de la condición humana). Tras la moloch6catastrófica derrota de los regímenes comunistas (que, a mi entender, no eran tales, sino residuos de la casi incontrolable inundación fascista que padeció Europa en los años veinte, treinta, cuarenta del siglo pasado: analícense los métodos de gobierno y las estrategias y dígaseme en qué se distinguía la Unión Soviética de la Italia mussoliniana), la izquierda pensó que podría salvarse mediante el recurso al centro, o, peor aún, aceptando la victoria del enemigo y pasándose a sus filas con armas y pertrechos. El enemigo, en cambio, quería un combate sin cuartel, es decir la derrota absoluta e irrevocable del progresismo sociopolítico, que venía buscando desde finales del siglo XIX (si atendemos a situaciones remotas, es decir al momento en que la Corte Suprema norteamericana empieza a conceder a las corporaciones todas las «libertades» que solicitan) o desde mediados del siglo XX, cuando el New Deal de Roosevelt frenó la primera invasión de los ricos despiadados y los mantuvo a raya más o menos hasta principios de los setenta (luego vino Reagan y los neoconservadores pusieron en marcha el sistema actual). Lo que pretenden los amos del mundo, en este momento, es erradicar la izquierda. Así de sencillo. Y estamos permitiéndoselo, a fuerza de incurrir en un disparate detrás del otro, en un festival de traiciones tibias.
     Aunque le cueste años de destierro político, de alejamiento casi absoluto del poder, la izquierda, creo yo, no tiene más opción que la de rechazar el sistema económico actual, incluso antes de proponer alternativas. No digo rechazar un poquito, ponerle pegas, recurrir al permanente «sí pero no»; digo rechazar de plano; dejar perfectamente claro que no queremos vivir como nos impone el capitalismo, que una vez recuperado el poder, cuando se recupere, si se recupera, no vamos a disimular, no vamos a hacer creer que seguimos el juego de la canalla financiera; vamos a salirnos de él, con todas las consecuencias. Solo si gana unas elecciones sobre estas premisas tendrá sentido y valor que el gobierno vuelva a manos de la izquierda. De otro modo, ateniéndonos de nuevo a España, el único motivo para preferir un gobierno socialista a un gobierno derechista es la esperanza (quizá vana) de que la izquierda deteriore algo menos el Estado de Bienestar y no se cisque con tanta frecuencia ni tamaño entusiasmo en las conquistas sociales que con tanto sacrificio y tanta sangre se lograron en el pasado reciente; será la esperanza de que la Iglesia no nos devuelva a su Edad Media, por ejemplo, de que no recupere el cuasimonopolio de la enseñanza, de que no nos dicte las normas a que hayan de atenerse nuestras existencias (la resistencia a este deterioro tendrá que mantenerse con auténtica ferocidad desde la oposición)… Por lo demás, lo mismo me da que me da lo mismo, porque Rajoy tendrá que cumplir sus obligaciones con la plutocracia internacional exactamente igual que el pobre Zapatero.

Declarado rotundamente este principio de no aceptación, habrá que explicarle a la gente, los ciudadanos, cómo pensamos sobrevivir a los ataques furibundos que semejante actitud provocará por parte del poder económico mundial, con qué aliados se cuenta, si alguno sobrevive, en algún otro país, con qué dinero vamos a pagar el gasto energético, o sostener las pensiones, o mantener y mejorar la sanidad pública y la enseñanza gratuitas, o cómo pensamos eliminar los peores males de España. (No, no voy a enumerarlos: decídalos cada cual.) Afortunadamente —lamentabilísimamente, quiero decir, pero entiéndanlo— los ocho años que como mínimo disfrutaremos del PP no van a devolvernos al esplendor del pelotazo inmobiliario, ni van a traernos fórmulas mágicas de recuperación del empleo y de la alegría en el gasto. Lo cual puede hacer que los nuevos sacrificios que reclame la izquierda para instaurar un sistema económico humano nos resulten más llevaderos.
     Comprendo que suena cínico lo que digo; pero es que también nos están haciendo falta unas cuantas raciones de cinismo. Ya hemos visto  a dónde nos llevan la ingenuidad y la mansedumbre… Recuperemos la fe en nuestros principios y defendámoslos con determinación. Tal vez así.

Periodo de zafarrancho

Entramos en periodo de zafarrancho, de urgencia total. El gobierno tiene que encontrar el modo de capear el previsible y hasta lógico «¡Váyanse, perdedores!» a que lo va a someter el PP, puede que incluso con alguna movilización popular de esas que juntan a millones de criaturas azules y cristianas en cualquier plazuela. Afortunadamente, ya no falta mucho para las largas vacaciones parlamentarias. A la vuelta, en septiembre, quizá no le valga la pena al PP seguir Tomás Gómez contando musarañaspresionando, porque ya estaremos prácticamente en periodo electoral. El PSOE tendrá que dedicar el lapso de tiempo que así obtenga a decidir si da las generales por perdidas y presenta un equipo dispuesto a arder en todas las hogueras (no estaría mal que las primeras víctimas fuesen Carme Chacón o Tomás Gómez), o emprende un camino de replanteamiento total y halla el modo de disputar las elecciones al PP. Esto último es difícil de esperar, porque todo lo nuevo que venga al partido ha de pasar por el propio partido, por sus propios afiliados, y ya vimos en Madrid lo que votaron estos: a un señor que llevaba cuatro años demostrando su total incapacidad para enfrentarse no ya a Esperanza Aguirre, sino a cualquier otro candidato del PP; un perfecto incompetente, un anciano mental de cuarenta y tantos años, de quien lo único elogioso que cabe decir es que parece altito y menea bien los puños cerrados ante las cámaras. Son decisiones así las únicas esperables de los afiliados socialistas. De manera que solo una sentada general de la izquierda, de los sin carné, podría impedir que a las próxima elecciones generales se acuda con las mismas inanidades en la cabeza, con las mismas propuestas derrotadas de antemano y, sobre todo, con la misma gente que la gente ha rechazado con algo parecido a la violencia en las elecciones de ayer. Ya veremos. Si el 15-M se quitara la máscara de neutralidad y asumiera la refundación de la izquierda…

Por ahora, habrá que acostumbrarse a la vergüenza de vivir en un país gobernado por Rajoy, Cospedal, Mato, González Pons, Arenas, ¡Camps!, ¡Esperanza Aguirre!… Consuélenos, quizá, la idea de que ellos, los de las gaviotas y las banderitas pálidas, han vivido en parecida y contraria vergüenza durante muchos años. Quien no se consuela es porque no quiere, decían los antiguos. (Y yo no quiero, porque no hay equilibrio ni en la vergüenza: también nosotros, muchos, no sé cuántos, casi todas las personas que conozco, vivimos avergonzados de Zapatero y asociados.)

El abuelo de las hormigas

De El abuelo de las hormigas, Ediciones Hiperión, 1986

XI

No muchos seres humanos, en la tierra, superan la vetustez del abuelo de las hormigas : unas cuantas docenas, tercos mi­lagros.
     El abuelo de las hormigas nació con los amane­ceres del pre­sente, cuando el mundo actual creó sus aborígenes.
     Los niños que llegaron tras el intento de suicidio de una casta agotada ; únicos 1986. El abuelo de las hormigasterrícolas auténticos ; únicos residentes le­gales so­bre el planeta. Los res­tantes son dioses a olvidar.

     El abuelo de las hormigas es tan viejo, que re­cuerda la juventud de los antepasados ; tanto, que padece su peor acha­que por año­ranza de la niñez y adolescencia en tiempo ajeno.

     Pero vence : el abuelo de las hormigas ha com­prendido que sólo se puede añorar el futuro previo ; desear que la His­toria inau­gure la infancia otra vez y que se rebobine hasta secuen­cias ante­riores al estre­llato de los amos de Dios.
     Lucha, también, contra la tendencia a la tabula rasa y al manso salvaje que retoza por los verdes edenes. No se trata de destruir las técnicas, sino de que otras manos las empu­ñen ; no es menester aso­lar los cementos, sino vivirlos al modo sabio. La evolu­ción nunca ha retrocedido más que ha­cia la parálisis, pero sí caben, en vía derechera, esquinados virajes.
     El abuelo de las hormigas se empeña en sus me­tas ; in­cluso ahora, por refinados que sean los pactos de convivencia entre los pequeños bárbaros y los Señores viriles y estúpidos de pre­historias recientes.
     Sabe el abuelo de las hormigas que los jóvenes mercade­res bárbaros ya no veneran fe ninguna, so capa de cinismo y elegan­cia y confort ; sabe que sus hermanos más pequeños les abolirán la mue­lle indi­ferencia, el alerta oportunismo de la actitud.
     Proclama, pues, el abuelo de las hormigas : « Mi siglo no finali­zará sin habernos ofrecido un nuevo triunfo ». Siempre que ( omite el abuelo de las hormi­gas ) los antepasados no logren sacar adelante sus liquidadoras trazas de desquite. Si ellos se imponen, nadie verá jamás el próximo milenio.
     Están los pequeños bárbaros en el convencimien­to de que les bastará la copia retocada de los modos y tiesas costum­bres de los antepasados para apaci­guar su llameante ceño. Y yerran : esos em­pederni­dos hombres rehúsan morir sin lle­varse la tierra ha­cia el fuego consigo.
     No son ni nobles ni prudentes : criminales ancia­nos en cuyas memorias las cicatrices se atrincheran. Como no han de vivir eter­namente, como ven, con desespero y ansión, que el engranaje de sus dicta­duras pierde impulso, eligen el grueso punto final del estallido.
     Antes la nada que el desorden.
     El abuelo de las hormigas está ansioso de que los pe­que­ños bárbaros averigüen hasta qué extremos resultan inefica­ces las mo­nerías y las carantoñas.
   O tendrá que aprender a pelear, mezclado con los grupos de los hermanos pequeños de los peque­ños bárbaros.

No pretendo haber sido profético: los pequeños bárbaros de aquella época, los ochenta, me parecían pequeños monstruos vendidos a la corrupción general. Eso eran. La rebelión de sus hermanos pequeños no se produjo antes del fin de siglo, sino bien entrado el milenio. Los antepasados murieron, en cambio, casi todos, dejando el mundo en herencia a los canallas de la riqueza. Pero el abuelo de las hormigas mantiene sus esperanzas.

Aspiración de catástrofe

Es duro para alguien que vivió treinta y muchos años de su vida sin derecho al voto tomar la decisión de abstenerse hoy. Lo he pensado. He estado dando vueltas a las posibilidades. Al final, ahora, hace unos minutos, me he confirmado en la penosa idea de que solo una catástrofe completa puede contribuir a lo que yo deseo, esto es: a la regeneración de la izquierda española, aunque ello implique una catástrofe paralela, es decir el gobierno por mayoría absoluta de uno de los partidos políticos más retrógrados de Occidente durante cuatro, ocho o incluso doce años. Sé, pues, que mi abstención beneficia al Partido Popular, y acepto esta —para mí— terrible consecuencia. Quiero que desaparezcan, que se trague el olvido a todos los actuales dirigentes del Partido Socialista y de Izquierda Unida, que haya una refundación de la izquierda y un replanteamiento total de sus principios políticos, con énfasis, sobre todo, en la incompatibilidad absoluta entre el Estado de Derecho (el respeto riguroso de los Derechos humanos, la implantación creciente de la Sociedad de Bienestar, es decir: la protección de los más débiles, de los perjudicados por las inevitables injusticias) y el Estado de Privilegio (donde las corporaciones detentan más derechos que las personas y solo prevalece la ley del más fuerte, es decir del más rico).

Tengo la ingenua esperanza de que el fracaso absoluto del PSOE y de IU en estas elecciones abra un rápido proceso de reinvención de la izquierda e incluso de que los nuevos gestores estén a tiempo de presentar una opción digna para las elecciones generales de 2012. Obligado a optar, optaré siempre por la esperanza, aunque yo mismo la encuentre inverosímil; no va en ello mi futuro, porque a mí me queda poco tiempo de estar en esta vida, pero me gustaría que mis hijos, que todos los jóvenes a quienes hemos dejado en el desamparo con nuestra maldad y nuestra estupidez, tuvieran oportunidad de disfrutar del entusiasmo de las cosas bien hechas, del futuro bien trazado, de la libertad, de la igualdad y, sobre todo, de la fraternidad; del cálido orgullo de ser humanos y no bestias devoradoras de lujo y lucro.

Testimonio sobre la situación en la Puerta del Sol

Llega a mi correo un envío de Laura Díaz Díaz, a quien no creo conocer de nada. En el convencimiento de que no contrarío su voluntad, es decir de que esta carta se me envía con ánimo de que ya contribuya a su difusión, me tomo la libertad de reproducirla aquí íntegramente. Es un texto largo, pero muy digno de atenta lectura.

Lo que está pasando en Sol de primera mano por mi amiga Estitxu, leedlo por favor. Fdo: Laura

Buenas tardes a todos,

Llevo desde ayer escuchando que la gente que está en la calle está siendo manipulada. Y quisiera contaros algunas cosas de las que he vivido yo desde dentro, porque me temo que lo que se está diciendo desde los medios de comunicación una vez más desinforma más que otra cosa. Quiero deciros ante todo que esto os lo cuento a título personal, con mucho cariño y con ganas de clarificar cosas que bajo mi punto de vista se están enturbiando, a veces por falta de información y otras veces con toda la mala intención posible.

Hace tres meses surgió una plataforma llamada Democracia Real Ya que invitaba a echarse a la calle el día 15 de mayo a la gente que estuviera cabreada con la situación actual. Una plataforma no es una asociación ni un colectivo, y ni mucho menos un movimiento político: una plataforma es un grupo de gente que invita a que cualquier grupo de gente, o personas particulares se unan para una determinada acción. En este caso se trataba de una plataforma abierta como se puede leer en su manifiesto: http://democraciarealya.es/?page_id=88 . Como veis en el enlace, podían adherirse asociaciones, colectivos y particulares de derechas, izquierdas, centros etc. Siempre y cuando no fueran excluyentes y estuvieran hartos de que tanto el PP, como el PSOE y sus amiguitos los sindicatos se rieran de nosotros.

En esta querida España, esta España nuestra de las dos Españas, estas cosas siempre dan lugar a suspicacias. Es comprensible. En un país en el que cualquier partido intenta sacar tajada del terrorismo, una de las democracias más jóvenes de Europa que empezó a pudrirse antes de cumplir 10 años: El GAL, Los Pactos de Toledo, paros, recortes sociales, decretazos, trajes que van y que vienen, más de 50 ayuntamientos con concejales imputados en casos de corrupción etc. En este país es MUY comprensible que se recele, pero igual de comprensible es que se reviente.

Y sí, es cierto que posiblemente la mayoría de la gente que salió a la calle el 15M éramos más de izquierdas –No es lo mismo ser de izquierdas que votante de PSOE o Izquierda Unida, al igual que ser de derechas no significa ser votante del PP o de la Falange-. Es innegable. Yo estuve allí y las consignas eran sobre todo contra los partidos políticos mayoritarios que se han dejado sobornar y sodomizar, y  contra una economía de mercado que algunas personas –como yo- están convencidas de que  es igualmente culpable de habernos arrastrado a esta situación. Pero ni siquiera voy a intentar convencer a nadie de esto último:

Hay mucha gente que opina que la solución a la crisis pasa por liberalizar más la economía, aunque yo opine lo contrario. En esto reside la ideología política, no en repetir como borregos lo que dice este o aquel partido. La gente de izquierdas NO es la que  dice/vota al PSOE y se hace cejitas con el dedo derecho sobre el ojo; sino la que cree que el bienestar se construye a través de un estado social para el que hace falta algo más de control estatal de la economía. Del mismo modo, la gente de derechas NO es la que dice/vota al PP y se pasea con las gaviotitas por ahí, sino la que cree que el bienestar se construye primero creando la riqueza económica a través de la mayor libertad de los mercados. Dentro de ambas ideologías hay gente de lo más variopinto, más afín o menos según lo conservador en cuanto al tema sexual, religioso, feminista, republicano, carlista, o monárquico, fordista o lo que carajo sea que se considere. Evidentemente algunas de estas tendencias por motivos históricos en España se acercan más a una ideología o a otra, pero no siempre de forma necesaria y unívoca, en absoluto. Es decir: Las cosas son complejas. Demasiado.

Hasta ahí estupendo. Yo he sido sincerísima y me he posicionado desde el principio y además reconozco que posiblemente la mayoría de la gente que estaba en la manifestación (ojo que digo manifestación y no movimiento 15M) fuera gente de izquierdas, NO DEL PSOE. Aunque también he de decir que conocí y escuché a gente en la manifestación que era de derechas.

La manifestación se organizó a través de Internet. Twitter y Facebook echaban humo. Esto además se fue alimentando de asociaciones de gente encabronada de todos los sectores y se montó una acampada improvisada en Sol con mucha gente que aún no tenía muy claro qué los diferenciaba, y que se encontraban abiertos a que TODO EL MUNDO -de cualquier lado- se sentase con ellos y se empezase a debatir, ahí en el suelo, para ver qué propuestas concretas podían salir de allí. Porque en realidad lo único que había en común de verdad era indignación por la situación, ganas de gritar y hartazgo ante la situación política y económica. Y sí, estaba organizada antes de las elecciones porque se pretendía llamar la atención sobre el hastío ante los dos partidos que han desilusionado y destrozado a este país. Lo más gritado era: “PSOE  y PP la misma mierda es”. Y “los va a votar su puta madre”. Y por otro lado los sindicatos mayoritarios estaban y están cabreados porque nadie les había avisado.

Después como sabéis se les desalojó y se convocó a la gente en asamblea a las 20.00h en Sol de nuevo. Ahí podía haber acabado todo si hubieran ido tres gatos: Pero se lió pardísima. Volvió a haber más gente, una cantidad ingente e inesperada, esta vez sí, sin una mayoría de izquierdas. Yo estuve allí. Estuve allí y vi, escuché, compartí, debatí, critiqué. Así que os voy a contar lo que vi y lo que escuché.

Después de gritar y montarla parda, se organizaron comisiones y debates a los que cada uno podía ir libremente. Primero entre los grupos más cercanos y luego se dividió la plaza en varios sectores: Acción, comunicación, limpieza, alimentación e infraestructuras.

La gente tenía que ir yendo al que le interesase y allí se hablaba y se debatía, se intentaba dar forma e ideas concretas y se votaba TODO lo que después iría a la asamblea general de aquella noche para que se pudiera redactar un manifiesto común. Y ¿sabéis qué? Que lo que efectivamente la gente tenía en común era esto: http://tomalaplaza.net/2011/05/18/manifiesto-acampada-sol/ Exacto, algo realmente inconcreto.

Veréis que poca chicha de izquierda y poca chicha de derecha. Mucha menos chicha de izquierda de la que a mi me gustaría, la verdad, pero precisamente esa inconcreción reside en que es UN MOVIMIENTO PLURAL DE CABREO GENERAL. Tan plural que es incapaz de redactar un manifiesto a la izquierda, ni a la derecha. Tan plural que puede que se quede en agua de borrajas. Tan plural que sólo me atrevería a decir que cabemos todos, y que como todos estamos cabreados los partidos mayoritarios se hacen caca. Los dos. Prueba de ello es que el PP insinúa que estamos manipulados y el PSOE intenta conseguir nuestro voto y manipularnos, pero no lo consigue.[1]

Hay quien dice:

¿Y por qué en elecciones?

Pues precisamente porque se está haciendo un llamamiento al voto responsable. Se está pidiendo que no se vote a los grandes, que la gente se queje, se rebele. Se habla sobre dispersar los votos. ¿No es lo que hacen los partidos en campaña? ¿El PP, PSOE e Izquierda Unida no piden que no se vote al contrincante y que les voten a ellos? Aquí se está hablando de no votar a los gordos, y que la gente vote en conciencia. No por costumbre y al tuntún. Que reflexione y que decida en consecuencia ¿Qué carajo hay más democrático que eso?

Quien quiera verlo como un acto de campaña, en efecto, lo es, pero no una campaña anti PP solamente, o anti PSOE solamente: ¡Es anti los dos! E incluso, es posible que todo esto acabe beneficiando al PP, ya que como todos sabéis, el PP no ha perdido votos nunca desde hace siglos, tiene un número de votantes muy fijos desde el 96 y eso no va a cambiar demasiado ahora. El PSOE sin embargo saldrá perjudicado. También es de todos sabido que el PSOE sólo ha ganado cuando los votantes de izquierda han dejado de votar a sus pequeñitos para sacar al PP del gobierno. Pero esos votantes están hastiados ahora y esto no les beneficia. Pero sobre todo no les importa correr ese riesgo en pro de la democracia, y ¿por qué no decirlo? porque para ellos PSOE y PP, la misma mierda es.

Por eso el PSOE está atacado de los nervios intentando manipular y quedarse con los votos de la gente que apoya el movimiento de Sol. Os contaré que estando allí el martes, el equipo de campaña de Tomás Gómez se puso en contacto con la comisión de comunicación creada en asamblea para decirnos que estaba en Callao, que si queríamos que se acercase a vernos. La cosa, con sorna, mucha sorna, se preguntó a través de un megáfono con el teléfono en alto para que Tomás Gómez escuchara la respuesta: ¿Queréis que venga?

Y un NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO que ponía los pelos como escarpias se escuchó en toda la plaza.

Y en cuanto a los medios, pues no sé, en fin, aquí podría contaros muchas cosas. Me he dedicado a trabajar con ellos desde que salí de la facultad y conozco cómo funcionan. Hay gente muy válida, pero son personas sueltas trabajando para otro poder podrido. Es cierto que están informando. Aún hay muchos que no se enteran de la misa la mitad y dicen que se está llamando a la abstención, o que somos antisistema peligrosos y tenemos contactos con ETA (Esa ha sido una de las mentiras más dolorosas). También hay muchos que están siendo bastante razonables y pasan por allí, preguntan, informan y no dicen incongruencias –Casualmente ni RTVE, ni Telemadrid pertenecen a este grupo…ay,ay,ay qué casualidad- En cualquier caso es innegable que si esto fuera el Madrid ganando la copa de Europa, o la boda del principito de Inglaterra, habría cámaras en directo 24 horas de al menos un medio. Sin embargo, no me extraña: durante el terremoto de Lorca, mientras mi tía no aparecía y estábamos en casa acongojados viendo la tele, tuvimos que soportar cómo las noticias saltaban –En todas las cadenas- de un obsceno OEOEOEOE en Barcelona porque no sé qué carajo había ganado el barça, a las noticias sobre la ciudad murciana.

En cualquier caso, de verdad, si alguien cree que hay manipulación sólo tiene que acercarse a Sol y meterse en cualquiera de los grupos abiertos que hay, y votar a favor o en contra de las medidas que se vayan proponiendo. Todo funciona por sistema asambleario, no hay organizadores, ya no. Dejó de haberlos la noche del 15M. Si crees que la gente que estamos participando estamos siendo manipulados, ven y participa, opina tú y verás que no hay jefes ni banderas en esto. (Y ni mucho menos dinero, que algún flipado ha dicho incluso que nos paga Cayo Lara)

Lo bueno: que es realmente democrático, que caben todos, TODOS. Lo malo: que así es más difícil ponerse de acuerdo.  Pero la ilusión, las ganas de cambiar esto, y el cabreo son fuertes y por primera vez en la puñetera historia reciente de este país –desde la transición- algo nos puede unir a todos. Así que por favor, por favor os ruego a todos los que os estáis fiando de las tonterías que están diciendo PP –De que nos ha organizado el PSOE para hacerles perder votos-, PSOE –Sobre de que la gente de Sol no quiere ir a votar-, o Izquierda Unida –que se está colgando medallitas, y dicen que esto es suyo, cuando todos sabemos que no han sido capaces de movilizar ni a una mosca en estos últimos 20 años- , os ruego a todos, decía, que os acercaseis a Sol a escuchar, hablar y proponer. Todo cabe menos intentar vendernos que hay que hacer un voto útil. La democracia es algo más responsable y cívico que votar al mal menor –como hice yo años ha con el PSOE y todavía me estoy tirando de los pelos- Porque lo único realmente útil es dejar de dar cartas blancas de 4 años al bien llamado PPSOE y empezar a hacer un voto responsable y en conciencia.

Y si no quiere hacerlo así, que se meta en twitter, que entre en Facebook, que escuche. Hay una comisión de comunicación que va informando de lo que está ocurriendo allí y también todo el mundo puede opinar con libertad y respeto acerca de lo que se proponga. Antes de juzgar desde el sillón repitiendo lo que algunos medios y los partidos mayoritarios, incapaces de asumir lo que está ocurriendo, dicen sin dar pié con bola. Esto es para todo el que quiera estar.

Y si eres votante incondicional de alguno de los partidos mayoritarios y crees firmemente que la solución la tienen ellos, no estamos de acuerdo, eso está claro, pero por favor, no intentes manipularnos ni acusarnos de estar manipulados sólo porque no pensemos como tú y reflexiona sobre si de verdad hay pruebas para afirmar algo tan tremendo y tan doloroso. Estamos en la calle porque hay cuatro millones de parados –y mejor tarde que nunca, caray-, porque hay toda una generación de gente hiperpreparada huyendo de aquí, emigrando para poder vivir, porque los sindicatos están comprados y no valen para nada, porque esto es un maldito desastre… Así que creo que al menos, los que han salido a chillar se merecen un mínimo de respeto, que desde el sillón se juzga de putísima madre y se inventan teorías de la conspiración y novelas policíacas de maravilla.

Por fin, por  primera vez en mucho tiempo la gente harta está sacando los pies del tiesto, y puede que esto no llegue a ningún sitio, pero es sincero, no somos idiotas y ya era hora de que algo fuera sincero en un país podrido.

Un beso para todos.

Estitxu



[1] Mientras escribo esto veo en twitter que se están recogiendo propuestas para luego votarlas y concretar exigencias. TODOS pueden ir allí y sumarse TODOS: Os cuento algunas de las que estoy leyendo ahora mismo: 1- Reforma electoral: una persona, un voto. 2-Dación en pago: Si tu casa se la queda el banco por impago de la hipoteca, que no haya que seguir pagando el crédito + costas judiciales 3-Listas abiertas y que se impida presentarse a ningún imputado hasta que la justicia haya fallado a su favor. 4-Reforma de la financiación de partidos y sindicatos etc… Todo el que se acerque a Sol puede proponer durante estos días y votar las propuestas que después presentarán. Yo lo que estoy leyendo por ahora, no es precisamente bolchevique, ni proetarra…

Maestro Roto (SE ACABÓ EL TIEMPO DE LA RESIGNACIÓN)

Y ahora ¿qué? ¿Cómo vamos a vivir estos próximos cuatro, ocho, doce años, con el poder político en manos de personas en que quienes NADIE confía, que reciben votos por pura inercia, por pura fe teórica e ingenua y engañada en una Democracia que ya no es sino coartada de los ladrones ricos, y pese al convencimiento generalizado de que ninguno de ellos, ni los ganadores ni los perdedores, será capaz de resolver ningún problema? La edad me impide acampar en la Puerta del Sol; pero me gustaría, al menos, decirlo a gritos: SIGAMOS INDIGNÁNDONOS, CADA VEZ MÁS, INDIGNÁNDONOS; SE ACABÓ EL TIEMPO DE LA RESIGNACIÓN.

Frontera marcada

HplMW

Frontera. A la derecha, México; a la izquierda, USA. Sector de San Diego. No sé qué conclusión sacar, si alguna. Parece como si México estuviera agolpándose contra la raya, con ganas de cubrir el otro lado. En todo caso, la verdad es que no he visto ninguna otra foto donde el tajo entre dos países se perciba de una forma tan rotunda. (Reconozco que cuando leí el titular que va sobre la foto —A VIEW OF THE US-MEXICAN BORDER— pensé que la zona de la derecha sería Estados Unidos. Pero ya ven. No.)

El don de la obviedad

Leo este artículo de Carmen Posadas que ella me había anunciado cuando lo tenía recién escrito, hace unas semanas, y me apetece ponerle añadidos. [Está aquí, pero lo reproduzco entero a continuación para que nos entendamos más fácilmente.]

Mi amigo Ramón Buenaventura, que es escritor exquisito1, sostiene que hay dos tipos de autores: los que tienen el don de la obviedad y los que carecen de él. Según Ramón, este don es tan banal como útil, pues consiste en decir con gran Carmen Posadas x Angelika (Small)fanfarria y prosopopeya cosas que el lector ya sabe requetedememoria. Cosas tan interesantes como «lo importante en la vida son los amigos y la familia» o «mi mayor ambición es ser una buena persona» o incluso, obviedad de obviedades, «hay que apostar siempre por la felicidad». Y quien así escribe llega a tener mucho predicamento porque se produce una empatía inmediata con ciertos lectores que se dicen: mira tú, pero si eso es lo mismito que pienso yo, qué persona tan sensible soy y qué gran escritor es este que comulga totalmente conmigo. A otros escritores, en cambio, se les cae la cara de vergüenza antes de escribir topicazos de este tipo porque piensan, primero, que el lector no es tonto y, segundo, que un autor es alguien que está obligado a mirar las cosas desde una óptica diferente, descubrir nuevas verdades, nuevos caminos. Antes, este tipo de escritor era el que más se valoraba, lo que llegó a producir también una cierta perversión. Más o menos hacia mediados del siglo pasado, el afán por ver la realidad desde una óptica diferente propició el encumbramiento de ciertos autores que, a fuerza de decir que veían la realidad con otros ojos, lo que hacían era escribir una serie de absurdos alambicados que no entendía ni su padre. Absurdos que los papanatas intelectuales jaleaban y aplaudían haciéndonos creer que solo mentes exquisitas llegaban a apreciar esos conceptos ininteligibles disfrazados de ideas elevadas. Supongo que esos polvos trajeron estos lodos y todo ello, unido a que la cultura ahora va de la calle a las academias y no al revés, hace que esta se haya desacralizado en exceso. Conste que yo no estoy en contra de la desacralización de la cultura. Es más, soy firme partidaria de bajarla de esa torre de marfil tan alta, tan inaccesible (tan aburrida también) a la que tradicionalmente intentan subirla algunos. Pero una cosa es hacer de la cultura algo interesante y a la vez entretenido y otra muy distinta, abaratarla hasta el punto de que todos acabemos razonando como niños de primaria.
Este asunto del don de la obviedad da para mucho más. Hace poco estuve en una reunión en Berlín en la que participaron importantes personalidades de la vida empresarial, política y cultural tanto de Alemania como de España. Una de las conferenciantes era Trinidad Jiménez, a la que tengo simpatía. Claro que al escucharla afirmar como quien descubre el Mediterráneo que lo «fundamental» en las relaciones internacionales es el respeto bla, bla, y que solo una Europa unida superará todos los retos bla, bla, me debatí entre dos posibilidades: bien que su capacidad no da para ideas más sofisticadas o bien que sigue el famoso método Churchill. Él decía que, paradójicamente, cuando más embarazosamente escasa es la información contenida en un discurso es cuando mejor se conecta con la audiencia, puesto que la afirmación más eficaz es la obviedad. Claro que también decía que esto solo funciona con una audiencia poco instruida y que la máxima fundamental de cualquier orador es adaptar el discurso al público que tiene delante. Visto que los presentes en la conferencia de Jiménez iban desde el ministro de Asuntos Exteriores alemán a los presidentes de las compañías más importantes de toda Europa, no tengo más remedio que volver a la primera de mis dos posibilidades. Una lástima, porque, como digo, le tengo simpatía a la ministra. Pero más simpatía le tengo al sexo al que pertenezco. Por eso me da vergüenza ajena que mujeres en puestos relevantes se expresen como párvulas. Y es que a un hombre se le perdona decir obviedades de tal calibre, pero nosotras, con el machismo residual que aún impera, nos arriesgamos a que al primer traspié nos suelten eso tan injusto -y otro topicazo, dicho sea de paso- de «mujer tenía que ser…».

Esto del don de la obviedad es asunto del que habíamos hablado antes varias veces, Carmen y yo. Más o menos, lo que ella cuenta coincide con mi idea, salvo que de ninguna manera es requisito que el autor obviacionista escriba con «gran fanfarria y prosopopeya». Al contrario: esa afectación le alejaría al lector. Hace poco escribía yo en este blog:

Houellebecq goza de un robusto don de la obviedad, que, en los escritores, consiste en hacer creer al lector que lo que va leyendo coincide con sus ideas y con su modo de interpretar la vida, que puede enorgullecerse de pensar lo mismo que el autor, aunque él, como humilde lector, no sepa expresarlo con tanta brillantez, con tanta calidad. Es, en gran parte, la clave del éxito de muchos famosos ricoshombres y ricashembras de letras. Luego, resulta muy curioso descubrir que estos artistas de la obviedad, leídos con otra atención (con una atención que no se deje subyugar por la potencia de la acción, del relato), no dicen nada en concreto: es el lector quien extrae las conclusiones de las parábolas obvias (lo cual, claro, explica el truco de la coincidencia en las ideas o interpretaciones de la vida). La Carte et le Territoire podría ser  […] cualquier cosa y su contraria.

Confesemos, por otra parte, que la idea no es del todo mía, aunque yo la haya retocado con insistencia durante estos últimos años. El término es una de esas ocurrencias pinchosas y agrias que solía tener Francisco Umbral (el mayor talento peyorativo que dio la lengua española en el siglo XX). Comentado un libro recién publicado de un poeta que colaboraba en el mismo periódico que él (EL PAÍS, en aquel tiempo), dio en escribir que su autor poseía «el don de la obviedad», queriendo decir, supongo, que no producía más que eso, obviedades, pero, al mismo tiempo, haciendo pensar al lector en el don de la ebriedad de Claudio Rodríguez y situándose, pues, en un nivel de alta poesía. Leyendo tan astifina frase se me ocurrió que este don de la obviedad no lo poseía el propio Umbral, por ejemplo, y que ello le había impedido obtener en el campo de la literatura todo el éxito que a él le habría gustado obtener. Sí, fue famosísimo, pero más como personaje, como fuente de anécdotas y peripecias, como opinante político y comentarista de la realidad, que como escritor. Un caso curioso. Hombre difícil (lo conocí algo, cenamos juntos en varias casas, incluida la mía, y créanme que no hablo por hablar: antipático y desagradable y maleducado), vivió en el centro de un permanente cerco de enemigos que, supongo, le tenían un miedo enorme, pero consiguieron limitar su alcance como escritor. Poseía un talento lingüístico sin parangón, era un auténtico genio en el manejo del idioma (tanto en las palabras como en su utilización dentro de la frase, es decir su sintaxis), tenía una capacidad de trabajo inverosímil; pero nunca pasó de la pequeña fama ruidosa que dan el periodismo, los medios y una peleílla con Mercedes Milá; apenas hubo nadie que lo declarase Gran Escritor. La faltaba, en los libros, el don de la obviedad, el don de conseguir que el lector se admire a sí mismo mientras lee, por coincidencia. Sus relatos no eran normales, no seguían las pautas trilladas que el honrado lector corriente solicita para adherirse a un texto, incurría en demasiadas aventuras, demasiado vanguardistas, incluso, demasiado influidas por la lectura de la gente que a él verdaderamente le gustaba, es decir los franceses tan geniales como enloquecidos de Dada y el surrealismo y la patafísica, los despatarradores de burgueses. Por ese camino no se llegaba al lector en el último tercio del siglo XX. Por ese camino no se ha llegado nunca al lector, de hecho: nadie que carezca del don de la obviedad puede llegar a más de cinco o diez mil lectores en España, quince o veinte mil en Francia, cuarenta o cincuenta mil en USA, etcétera. A los escritores que integran el canon literario del siglo XX, los más prestigiosos, los más acariciados por la crítica, los más citados por los demás escritores, nunca los ha leído el lector que busca autocomplacencia, sino, al contrario, el que desea aprender y disfruta percibiendo la humillante o desafiante superioridad de un creador (es decir: otro escritor). Es un rasgo propio del siglo XX, esta distancia ente lo que una minoría selecta considera talento y lo que la gente lee en realidad. En el XIX todo el mundo leía a los grandes (si leía algo, claro), a Balzac, a Hugo, a Dickens, a Dumas; en el XX, a ver quién era el guapo que se metía entre pecho y espalda En busca del tiempo perdido o El ruido y la furia o el Ulises o el Paradiso (por poner algo en lengua española) o etcétera. Los grandes narradores del XIX, incluso los poetas del XIX, poseían el don de la obviedad2; los grandes escritores del siglo veinte, por el contrario, más bien poseían el arte de buscarle tres pies al gato y no dar nunca la impresión de que lo encontraban… Evidentemente, el don de la obviedad, tal como he llegado a concebirlo, no tiene nada que ver con el cruel insulto de Umbral, pero es un factor literario que ha de tenerse en cuenta. Algún día, cuando me importe aún menos que ahora el daño que puedan hacerme, publicaré en algún sitio una lista de grandes obvios hispanos modernos3. Pueden ustedes sugerir alguno en los comentarios. Smile 

1 ¡Toma del frasco! Se le ha olvidado la diéresis: exqüisito.
2 Quienes no lo poseían —como Rimbaud, por ejemplo— tuvieron que esperar al siglo XX para ser declarados geniales y encontrar alguien que los leyese. Comentemos, de paso, que el don de la obviedad es frecuentísimo en los poetas de éxito multitudinario: Bécquer podría valernos de ejemplo; también medio Neruda. Los más copiados por los poetas y poetisas pésimos y pésimas, naturalmente. 
3 Aclaración importante. No confundamos: un escritor en posesión del don que nos ocupa no es necesariamente un escritor malo; hay excepciones; Houellebecq, por ejemplo, es el crack de la obviedad, pero no puede negársele un estatus literario.

Otra vez Pippa, perdonen

Dirán ustedes que me voy encasquillando con Pippa Middleton, pero es que la buena señorita está resultando un revoltijo de sorpresas hispanas. Ahora que disfruta unos días de Madrid, of all places, ¿dónde creen ustedes que va a divertirse con los amiguetes? Al estanque del Retiro. Ahí tienen las fotos:

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[Oigan, que no es broma. Miren este enlace.]

Uno, inevitablemente, se pregunta: ¿Qué operación comercial habrá detrás de semejante periplo?1 ¿Pretende Gallardón vender el estanque del Retiro a algún ricachón británico? O, más candorosamente: ¿De veras les parece guay o cool , o culiguay, a estos señoritos ingleses, acostumbrados al yaterío ibicenco, montarse en una barca manchega a remar un rato y tomar el sol, no menos manchego? Qué choque, ¿no?

1 Sabrán que periplo no significaba viaje, así, por las buenas, como nos han impuesto los periodistas ansiosos de sinónimos que los ayuden a no repetir palabras (norma número uno del fino estilo de redacción que, al parecer, se aprende en Periodismo), sino navegación en redondo, navegación en torno a una isla, por ejemplo. O sea que los periplos que se marcaba el beato Juan Pablo II por el Congo no eran muy etimológicos. Claro que en la Iglesia nada es muy genuino: a nada que se escarbe, salen a relucir las etimologías paganas, los plagios de otras religiones y culturas.

Estos, Fabio, ay dolor

Jamás la habría reconocido: esta dama inglesa de la izquierda tiene 68 años, lleva casi treinta article-1386512-0BB42A4B00000578-540_470x1024desaparecida en el hotel de Cornualles que regenta con su marido, y fue —con otra chica llamada Twiggy— la modelo top de los años sesenta, la lanzadora de la minifalda de Mary Quant, el icono1 de Carnaby Street, una de las más famosas de las famosas de entonces, que nunca fueron tan famosas como las famosas de ahora, porque había mucha menos tele que cortar… La Gamba, la llamaban los periodistas españoles, traduciendo el The Shrimp inglés (que en realidad no tenía origen en ningún parecido de la chica con ningún crustáceo, sino en el mero apellido: Jean Shrimpton).

A mí me gustaba mucho más Twiggy, por su enorme cantidad de ojo y por cómo se rayaba las pestañas inferiores [bueno, no se confundan: la de la izquierda, más abajo, es Jean Shrimpton, que también llevaba las pestañas inferiores rayadas, como todas, supongo, no me acuerdo; pero ninguna tanto como Twiggy, créanme); no por ello, sin embargo, deja de sorprenderme lo que han hecho los años con su colega. Sí, ya, claro: la digna vejez, ya querría yo estar así a su edad, etcétera: tonterías de jovencito ignorante: no hay nada bueno en la vejez, nada comparable al esplendor. Nada. Nada. Aunque siga una siendo bastante altita y sea capaz de ponerse una falda de bruja bajo un vestidito verdoso de adolescente. Zapatos planos.

(No sé si se estarán donde cuenta ustedes, pero es que se aproximan las elecciones y prefiero hablar de cualquier otra cosa. Comprendan que, para colmo, este modesto siervo de la bloga3 reside en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón, donde el PP obtiene infaliblemente cerca del 70% de los votos, aunque presenten a un mono, como dice mi hijo Yago (este año proponen para alcaldesa a una niña topolino con más cara de frívola que de ladrona2) (y el candidato del PSOE tiene una cara de perdedor que dan ganas de subirse al poste y pintarle un Smile en la frente).

1 Antes de que la informática resucitase la palabra «icono», que entonces solo se utilizaba para nombrar cuadritos dorados bizantinos y para llamar «iconoclasta» a quienes no respetaban ‘la merecida autoridad de maestros, normas y modelos’ (unos cuantos profesores me aplicaron el adjetivo, no crean; y me molestaba, porque ser un iconoclasta suponía la existencia de iconos, y a uno, la verdad, ni eso le apetecía conceder).
2 Hay dos exalcaldes de Pozuelo procesados por toda clase de tropelías, sobre todo urbanísticas. Sin ir más lejos: el tribunal correspondiente ha fallado hace poco que la chaletada que nos construyeron delante de casa, en zona verde, tapándonos las puestas de sol, convirtiendo la ventana de mi despacho en un mirador de casas ricas, es ilegal. Total, completa y absolutamente ilegal. Pero todo se resolverá con una indemnizacioncilla. Canallas.
3 Chiste tan espantosamente malo que tendré que explicarlo: hubo siervos de la gleba [‘Esclavo afecto a una heredad y que no se desligaba de ella al cambiar de dueño’], ahora hay siervos de la bloga, del blog. No sé si tacharlo.  Qué horror.