Absténganse despampanantes

Leo que ha muerto Gina Lollobrigida y se me viene al recuerdo el hecho innegable de que a mí nunca me interesó esta modalidad de mujeres de mi adolescencia: Gina; Sophia Loren, Jayne Mansfield, Jane Russell, Silvana Mangano, Rachel Welch, Silvana Pampanini, la propia Marylin (perdón, Elena). Hasta los doce o trece años, mi preferida entre las actrices fue Ann Blyth (sí, créanme: Ann Blyth). Luego llegaron las francesas: B.B., Mylène Demongeot. Luego quizá Natalie Wood, Terry Moore, Romy Schneider, Julie Christie, Jean Seberg, chicas así. Nunca las despampanantes.

Nunca me llamó la atención ninguna actriz española de mi juventud (tan repeinadas, tan femeninas, tan cursis). Nunca miré dos veces una foto de Sara Montiel. Más tarde llegaron algunas chicas que sí me llamaron la atención: Emma Cohen, más que ninguna.

Y ahora casi todas me parecen bien, españolas y extranjeras, hasta las más entradas en años; menos las despampanantes.

No sé si este rechazo tan curioso tiene algún significado.

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