RACHEL, RAQUEL, RACHELITA: רָחֵל

El nombre ‘Raquel’ —bíblico— es un divertido ejemplo de lo que puede ocurrir cuando se transliteran palabras de un alfabeto a otros.
Raquel es en hebreo רָחֵל, que se pronuncia ‘rajel’ y significa ‘oveja’. Como sin duda saben todos y cada uno de ustedes, el fonema que nosotros representamos mediante la letra J no existía en latín ni, ahora, en inglés, en francés, en italiano, etc. (sí en alemán, holandés, griego, etc.) Los griegos transliteraron רָחֵל en Ῥαχήλ’ (es decir ‘rajel’). Pero los romanos tuvieron que recurrir al dígrafo ‘ch’, normalmente utilizado para copiar palabras con J, sobre todo del griego (chorus, chaos, Christus). Es decir: רָחֵל se convirtió en Rachel.
El nombre pasó al castellano antiguo mucho antes de que la jota se implantara en nuestra lengua, de modo que se transliteró Raquel (así, en la Biblia del Oso) quizá porque el dígrafo CH se pronunciaba K en latín. Un lío curioso. (En gallego y catalán también es Raquel.)

Dicho de otro modo: ahora, si quisiéramos respetar la etimología del nombre, en plan modernata, deberíamos llamar Rajel a todas las Raqueles que conocemos. 🙂

(Curiosidad añadida: Una de los sefardíes más famosos que tuvimos en el Tánger posterior a la independencia de Marruecos —librera, animadora cultural, poliglota, relaciones públicas por naturaleza— se llamaba Rachel Muyal y sus amigos la llamaban Rachelita. Con la CH a la española o francesa, según cada cual.)

No me ha salido muy bien este texto: aburrido. Perdón.

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2 Comentarios

  1. María M. Azorín dice:

    Me encantó leerte, gracias.
    No nos conocemos pero me gustaría hablar contigo. A la espera quedo.
    Salud.

    1. Veo que está usted en Facebook. Puede dirigirse a mí vía Messenger, claro. Saludos y gracias por el interés.

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