Que seas un buen, incluso un excelente profesional de la comunicación, del fútbol, de la medicina, de la literatura, de cualquier actividad, en modo alguna implica que tus ideas sean socialmente sanas. Pablo Motos es uno de los mejores profesionales de la comunicación que operan actualmente en España, pero las ideas que expresa y comunica a sus seguidores tienden a ser baratijas paulocoelheras, cuando no directamente perversas: el director de un programa de entretenimiento no debe de ninguna manera utilizar su buena comunicación con la audiencia para propagar posturas políticas de ningún tipo (*). Y Pablo Motos, corifeo de su mediocrísimo coro de tertulianos ―una beata rica, un matrimonio de tontos listillos, algún chistoso, una periodista criada en el nido de un jefe corrupto―, no desaprovecha ninguna ocasión de incurrir en tamaña irregularidad.
El éxito ciega, evidentemente. Que tengas millones de seguidores en modo alguno implica que tus ideas sean buenas y santas. Trump, Bolsonaro, Erdogan, Putin, etc., tienen millones de seguidores entusiastas, dispuestos a luchar por ellos, a matar y morir por ellos. Franco, Mussolini, Hitler, tuvieron millones de seguidores que mataron y murieron por ellos.
[[[ Lo de su machismo, en cambio, no lo veo claro: tengo la impresión de que el hombre se pone nervioso con las mujeres y no sabe cómo comportarse con ellas y mete la pata de vez en cuando. No es para montarle el pollo que le están montando. Creo. Tampoco soy ningún experto en Motos. 🙂 ]]]
(*) No creo que Motos pueda acogerse a la sacrosanta Libertad de Expresión para justificar este uso indebido del éxito: al aceptar un contrato de servicio por el que te obligas a producir, dirigir y presentar un programa de entretenimiento estás marcando los límites de tu libertad: lo tuyo es divertir; el acuerdo no incluye que sueltes pequeños mítines políticos.
Antes de todo, buenas tardes D. Ramón. Que alegría volver a leer sus librillos. Hace tiempo que no tenía el placer y la alegría de leerlo. Espero que no haya sido por asuntos de su salud, que espero y deseo que sea la mejor.
En fin, lo dicho, pletórico de leer de nuevo a un gran escritos tangerino como yo.
Un saludo D. Ramon de su lector Manuel González.
Agradezco su amabilidad, Manuel… No, mi desuso del Librillo no tiene por causa ninguna enfermedad, sino la mera pereza… Tiendo a utilizar más frecuentemente Facebook… Saludos muy cordiales.